¡Suenan las campanas!

El día 23 de Febrero de 2022 sonó por primera vez en Grupo Pediátrico la «campana de la salud» utilizada en muchos hospitales que indica el fin del tratamiento de quimioterapia.

La primera campana de la salud se instaló en 1996 en el centro MD Anderson de Houston cuando el almirante Irve Le Moyne, en agradecimiento por haber finalizado su tratamiento de radioterapia, regaló la campana de bronce de su barco al centro hospitalario.

A partir de ese día los pacientes que finalizaban el tratamiento tocaban tres veces la campana como símbolo de alegría.

Esta iniciativa logró generar la organización de campañas para sensibilizar y concientizar sobre esta problemática.

Los beneficios psicológicos de este ritual son muchos. Tocar la campana se convierte en un espacio de transición que favorece la elaboración de los eventos pasados durante el proceso del tratamiento, dándole un cierre a esa etapa. Impulsa al paciente y a la familia a volver a pensar en retomar rutinas, actividades y a resignificar el proyecto de vida.

El objetivo principal de los rituales es brindarnos criterio de realidad. Nos dan la oportunidad de simbolizar diferentes situaciones de la vida humana como por ejemplo nacimientos, fallecimientos, egresos académicos, festividades culturales, entre otros. Es así que tienen la particularidad de sostenerse a lo largo del tiempo.

El ritual de la campana brinda un orden temporoespacial al paciente y le permite adquirir una sensación de control. Dicha sensación se ve vulnerada a lo largo del tratamiento dado que se produce un cambio abrupto en su rutina y en su autonomía progresiva.

Consideramos que tocar la campana en el Hospital tiene un impacto positivo tanto en el paciente que termina el tratamiento como en los que se encuentran internados en la Institución. Implica compartir alegría por finalizar un tratamiento y esperanza para los que se encuentran cursando la enfermedad. Este sonido nos da la noticia, a los pacientes, a las familias y al equipo de salud, que todo tratamiento oncológico tiene un comienzo y un final.

A lo largo del tiempo, además de la campana, hemos participado como equipo de salud de varias “fiestas de fin de tratamiento” en las cuales se ha observado a los padres muy motivados por este evento como una necesidad de fin de ciclo y agradecimiento al personal. Dichos eventos nos reconfortan y alientan a seguir.

Por último, nos preguntamos cómo es volver a la rutina después de un tratamiento oncológico y cuáles son las repercusiones del mismo en la vida del paciente y su familia. Estos interrogantes nos desafían, como equipo de salud, para seguir acompañándolos en esta transición.

¡Agradecemos a la familia de Benicio Congo por esta donación, con la ilusión de que en nuestra Institución sigamos oyendo campanazos de salud que nos llenan de esperanza y nos animen a seguir trabajando! 

Servicio de Medicinas Integrativas

Lic. Cecilia Menéndez Pardo
Lic. María Florencia Mollo
Rlgo. Rosendo Pardo